Por aquel entonces Laburé no era más que un sueño, un infante. Una quimera de suspiros, olores y sabores.
Laburé se hizo adolescente cuando Susy y Checho se encontraban en apuros. Primero cuando el vendaval empapó de lágrimas la cara de Susy, luego cuando el huracán despeino a Checho, desencuadernando los que creía sus bien trazados paradigmas mentales.
Nada mejor que un idilio en medio de las dificultades, pero lejos de las tempestades, para otear nuevos horizontes. Laburé se dio cuenta de lo que quería ser cuando grande mientras Susy y Checho disfrutaban de una segunda luna de miel en Roma, justo en medio de la crisis.
¡Vaya contraste! Ya algo mayor Laburé se hizo arte comestible, gracias a la simbiosis de las competencias de Susy y Checho. Laburé viste de armonía para los sentidos, usa joyas de chocolate y transpira experiencias vitales.
Igual que el ave fénix, es augurio de múltiples vidas placenteras. Laburé, un emprendimiento diversificado, ofrece hoy tres líneas de negocio: Pasteles Inspirados, productos de línea y Workshops a la medida.
Tres caballos de batalla, un corazón a la vez.
Félix Londoño G. Un amigo de Laburé
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